Fue una excelente estudiante e irradiaba alegría por dondequiera que pasara. Infortunadamente, la pequeña falleció el domingo, 6 de junio, a causa de un tumor de raíz de cráneo.
Los ángeles existen, y uno de ellos llevaba por nombre Adriana Rafaela Torres Florián. Era una niña maravillosa, tenía 10 años, se destacaba por ser una excelente estudiante, la alegría corría por sus venas y contagiaba a todos a su paso, pero, como la vida puede cambiar en un segundo, partió de este mundo y ahora nos acompaña desde el cielo.
Adriana era hija de Libardo Torres Sierra, albañil; y su madre Yesenia Florián Gutiérrez, ama de casa, y junto con su pequeño hermano de un año, vivía en el kilómetro 9 de la vía que, de Guamal, Magdalena, conduce al municipio de Astrea, Cesar.
Hace un año, la vida de aquella niña que irradiaba luz y amor cambió para siempre. Todo comenzó por un pequeño ‘corrientazo’ que sintió Adriana en su cuello y con el pasar de los días, su ojo derecho se veía caído, razón por la cual los padres de la pequeña decidieron llevarla al médico creyendo que se trataba de una parálisis facial.
El tiempo pasaba y no había mejoría para la niña, pues empezó a presentar dificultades en su parte motora, por ello, fue remitida a Santa Marta para valorarla y realizarle un TAC.
De acuerdo con los estudios médicos, se pudo establecer que la menor tenía un tumor de raíz de cráneo y desde ese instante, tanto para Adriana como para su familia, fueron momentos de angustia e incertidumbre. La niña al cabo de un tiempo tuvo que ser intubada y estuvo dos meses en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), donde perdió prácticamente toda la movilidad del lado derecho y presentó dificultades para hablar. Tristemente, este domingo, 6 de junio, el corazón de la niña dejó de latir.
Las tres manos amigas que cuidaron del ángel Adriana Rafaela
Pese a que una enfermedad para un niño puede representar momentos de profunda tristeza, pues se supone que, en vez de estar acostados en una cama de hospital, los pequeños tienen que estar jugando y riéndose, Adriana encontró en medio de sus días de batalla a tres ángeles que cuidaron de ella día y noche, aparte de, por su puesto, contar con el amor y apoyo de toda su familia.
Uno de los ángeles mayores que estuvo al pendiente de Adriana fue Milena Guillén, la enfermera de la niña que le fue asignada por la EPS.
“Más que su enfermera, fui como su segunda mamá, era una niña una muy inteligente, muy aplicada en sus estudios, yo le ayudaba a ella con las tareas, le gustaba la música, cantar, muy apegada a sus papás, a pesar de su enfermedad estaba muy pendiente a sus cosas”, fueron las palabras de la enfermera Milena Guillén.
Como su ángel guardián, Milena trabajó arduamente para que la pequeña se sintiera cómoda y no le faltara nada, además, hizo una gestión para poder conseguirle una silla de ruedas a Adriana y así poder movilizarla.
En este punto entra a jugar su segundo ángel de la guarda, Sandra Aldana, una periodista quien, además, es la directora de la Fundación Transformando Horizontes, que tiene sede en El Banco, Magdalena.
Sandra, siempre diligente y presta a ayudar a los demás, junto con su equipo de trabajo, logró a su vez ponerse en contacto con Ana Milena Zabaleta, y poder gestionar la silla de ruedas. Ana Milena logró recaudar con su grupo de amistades el dinero para comprar una silla neurológica reclinable.
Así fue como Adriana Rafaela recibió la silla de ruedas, un instrumento con el cual pudo tener unos días más fáciles en cuanto a su movilización.
Y, el tercer ángel de la pequeña Adriana fue Ana Isabel Estrada, quien fue fisioterapeuta de la menor. “Tuve el placer de conocer a Adriana el año pasado en una fiesta de cumpleaños a la cual fue invitada mi niña. En ese momento ella tenía una parálisis facial y aún así era una niña muy alegre y contenta. Pero vine a conocerla mejor en febrero de este año cuando empezamos el tratamiento”, le contó Estrada a El Diario del Sur.
La fisioterapeuta de la niña, además, le manifestó a este medio digital que trabajaba con Adriana Rafaela terapias físicas y respiratorias. Dijo que al principio fue complicado porque la situación era difícil para la menor.
“Después de ser una niña muy activa, independiente, llegar a depender de una enfermera, una fisioterapeuta y de sus padres para el baño, la alimentación, el vestido, a veces se frustraba, pero algunos días amanecía súper motivada, porque con sus terapias físicas se empezó a notar un gran cambio al mes y medio, ya la niña podía movilizar su brazo, su pierna”, agregó la mujer.
Ana Isabel Estrada además agradeció a la gestión de la Fundación Transformando Horizontes, por la donación de la silla de ruedas, con la cual Adriana ya podía desplazarse sola con mayor facilidad y salir a respirar aire en el patio.
Las tres mujeres que apoyaron a Adriana Rafaela Torres Florián, y le dieron lo mejor de sí a la menor, coinciden en una cosa, y es en que esa pequeña niña con gran valentía logró demostrar que, aún en los momentos más difíciles de la vida, hay que ser fuertes y contagiar a otros de alegría.
Una nota escrita con mucho respeto hacia la memoria de la niña Adriana, quien hoy juega con los ángeles en el cielo. Desde El Diario de Sur enviamos un mensaje de solidaridad y fortaleza a su familia. Que en paz descanse el ángel Adriana Rafaela.
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